Hace unas semanas oí una noticia sobre el incremento del consumo de ansiolíticos en España que me dio que pensar. Me he puesto a buscar un poquito por Internet para tener de primera mano esos datos, y he encontrado un estudio de la SEAS (Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés) con unos datos muy interesantes. Por ejemplo:
En el periodo 1997-2001 se produce un incremento ¡del 259,4%! , pero es que el crecimiento en el consumo aumenta cada vez a mayor ritmo.
En millones de envases, el consumo de ansiolíticos (benzodiacepinas) ha pasado de 35 en 2001 a 43,53 en 2007.
Seguramente los datos actualizados seguirán la misma triste tónica de crecimiento, y yo me pregunto si las autoridades sanitarias van a esperar a que todos los habitantes sean drogodependiente para asumir que es más sano y más barato enseñar cómo manejar el estrés y la ansiedad con técnicas de relajación que empapuzar a la población con fármacos que solo enmascaran el problema o alivian los síntomas temporalmente.

El consumo de benzodiacepinas tiene consecuencias negativas en distintos aspectos:
- Los efectos secundarios para los pacientes: El uso crónico de estos fármacos produce fármacodependencia, trastornos cognitivos y de la función motora, confusión, trastornos de la memoria, ineficacia terapéutica y el mayor riesgo de caídas y fracturas.
- El coste para el estado, de forma directa por el propio medicamento y de forma indirecta por la mayor frecuencia de caídas en personas mayores, generalmente mujeres que sufren rotura de cadera.