Una planificación racional del tiempo y las tareas, y la realización de éstas dentro de la previsión, está en relación directa con nuestra percepción de satisfacción y autoeficacia.
Podemos hacer la planificación diaria, semanal o mensual, o mejor,
todas ellas integradas una en otra, pero lo importante es que la previsión, sea
la que sea, sea racional, posible, realizable.
Listas infinitas
De nada sirve elaborar un plan ideal que abarca todo lo que tendríamos que hacer, pero que no contempla cuánto en realidad podemos hacer, no tiene en cuenta imprevistos, o no maneja ratios realistas de rendimiento.
Cuando nos proponemos
listas enormes que materialmente es imposible llevar a cabo, estamos
favoreciendo que aparezcan sentimientos de frustración, desaprobación, e
inadecuación, ya que a un nivel inconsciente,
haber realizado un pequeño porcentaje de lo programado, aunque en términos absolutos
se pudiera considerar un buen
rendimiento, se percibe como un fracaso.
Por ello, es importante invertir por una parte en una correcta definición de prioridades, y por
otra en el autoconocimiento, que nos va a permitir hacer previsiones
realistas y una estimación lo más
precisa posible del tiempo a emplear.
Reforzar la motivación
Una lista o programación de tareas adecuada, va a proporcionarnos
la oportunidad de cumplir con todas ellas.
Cada tarea realizada es un refuerzo de motivación para emprender la siguiente.
Cada tarea realizada es un refuerzo de motivación para emprender la siguiente.
Acabar la jornada con la satisfacción de haber cumplido
objetivos mejora nuestra autoestima y colabora en forjar un autoconcepto
positivo. De ello dependerá también nuestro
estado de ánimo y la percepción general de bienestar y satisfacción con
la vida.
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