Pero lo que sí cambia es tu
manera de percibirlo, y eso hace que cambie tu manera de vivirlo con mayor o
menor sufrimiento. Porque en realidad,
no existen asuntos irritantes, tristes o preocupantes en sí, sino que es
nuestra forma de verlos lo que les pone esa etiqueta, y nuestra forma de percibirlos
lo que los hace abrumadores o insignificantes.
Y aquí sí hay una diferencia
entre practicar y no hacerlo. Porque cuando practicamos relajación física y
mental (o cualquier práctica en la que nos conectamos con nosotros mismos), y nos
permitimos esa pequeña atención a nuestro descanso, y a nuestra interiorización;
entonces aparece esa manera de ver las cosas como desde una mayor distancia, con
una perspectiva más desapegada de los problemas, que nos hace sentir menos vulnerables,
y nos permite manejarlos o soportarlos mejor.
Así que, los problemas siguen
siendo los mismos, no desaparecen, pero
resultan menos abrumadores, inquietantes o invasivos.
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