Se acaban las vacaciones, pero no tiene
por qué acabarse el descanso. Tu lugar de descanso lo llevas dentro
de ti, está siempre ahí, para cuando lo necesites.
Quizá hayas olvidado los caminos para
llegar a él (seguro que en la niñez transitabas sin esfuerzo por
ellos), pero sigue estando en el mismo sitio, ese en el que el
tiempo no es tan importante, y donde puedes paladear
el placer de simplemente, SER.
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